miércoles, 30 de enero de 2013

Época de sentimientos

Hablemos de la Navidad, esa época en la que vas a cualquier centro comercial y está abarrotado de gente que busca el regalo ideal, la época en la que los niños escriben sus cartas a los Reyes Magos.

Es la época en la que se prolongan tanto las comidas que se juntan con las cenas, la época de excepciones en el régimen, de polvorones, mazapán, turrón…

Es una época mágica en la que se suelen reunir las familias, que no tienen que ser de tu misma sangre o familia política, sino personas que tienen un hueco especial en tu corazón, esos amigos imprescindibles en tu vida.

Se supone que es la época de la alegría y de la felicidad porque estás con gente a la que quieres y que te quiere, pero te falta gente que ya no está, y es cuando más te acuerdas de ellos y más les echas de menos, dándole un toque de tristeza a esta época, más aún si se fueron en estas fechas.

El día de Nochevieja hacen un balance de tu vida en los últimos trescientos sesenta y cinco días: los objetivos logrados, los sueños cumplidos, los sueños que se han quedado por el camino, las personas que han entrado en tu vida, las que han dejado de formar parte de ella, las que se han ido… Y cuando llega el momento de las campanadas te das cuenta de que un año se acaba, un año en el que ha habido momentos buenos y momentos malos, pero al fin y al cabo, un año único e irrepetible, un año que ya nunca volverá y al que das gracias por todo lo aprendido. Después de esto llegan los abrazos, los buenos deseos para el nuevo año, las llamadas, los mensajes, los cohetes, los brindis, la música, el baile, los juegos…

El último momento de la Navidad es la noche y el día de Reyes, lo más esperado por los niños, que hace que un brillo de entusiasmo cubra su mirada y así la de sus familiares. Es un día de alegría, regalos y juegos alrededor del árbol que dos días después ya no estará porque habrás vuelto a la rutina.