domingo, 9 de diciembre de 2012

Instante de un domingo perdido en la primavera

Un rayo de luz atravesó mi habitación y me despertó tras un largo sueño. Me levanté y abrí la ventana para disfrutar de esa brisa mañanera y de la resplandeciente y cálida luz del sol en mi piel.
Las vistas eran preciosas. Un prado verde que llegaba hasta donde el cielo y la tierra se tocan, un prado de ensueño, húmedo y brillante por las gotas del rocío, adornado con flores silvestres de colores cálidos.
En un lateral había un almendro de gran embergadura, de un tono gris apagado que mostraba su vejez. Estaba en flor. Su aroma invadía mi habitación y la envolvía del tono rosáceo de los pétalos que el viento guiaba hasta mi pequeño dormitorio.
Una sonrisa de alegría se dibujó en mi cara al despertar de tal bella manera un domingo perdido en la primavera de ese año.

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